En un contexto de estrés global, la tolerancia es la clave para preservar la buena salud de las relaciones interpersonales. Ser tolerantes no implica estar de acuerdo en todo con nuestros interlocutores, sino asumir una actitud de respeto hacia sus opiniones y actitudes, aunque no coincidan con las nuestras.
Ante el desgaste que ya generaron la situación sanitaria y la incertidumbre que todavía reina respecto a su futuro, ciertas reacciones tienden a volverse más impulsivas y, en ocasiones, más violentas. Así, toma mayor relevancia el concepto que postuló en algunas de sus exposiciones el doctor Mario Alonso Puig: la tolerancia amable.
Por tolerancia amable, Puig intenta sumar una dosis de empatía y buen trato a esta actitud en cuestión. De este modo, pone en relevancia la comprensión del contexto desde el cual se gesta la reacción del otro. Desde ese entendimiento, al estar en un lugar más centrado, podemos ejercer un esfuerzo desde la amabilidad para no seguir alimentando la llama del conflicto.
Se evita así el efecto espejo que suele darse en nuestras propias neuronas, como si replicasen el mismo comportamiento del interlocutor. Es fundamental poder hacer una pausa y esperar antes de reaccionar. El gran desafío es gestionar la emoción y ver qué es lo que realmente nos enoja.
Daniel Goleman también contribuye a explicar el concepto de tolerancia y suma a la empatía como una variable de peso. “Comprender lo que siente el otro no significa estar de acuerdo con él, pero anular la empatía para asumir una posición de dureza puede llevarnos a posturas polarizadas y a callejones sin salida”, dice.
La definición de Goleman nos obliga a hablar sobre las formas de construir un diálogo amable y asertivo. En definitiva, este es el gran desafío. En primer lugar, desarrollar una comunicación que nos permita expresar lo que sentimos y pensamos de forma oportuna. En segundo, blanquear las emociones y poder explicarlas en cada situación. Finalmente, respetar las opiniones y, en caso de no estar de acuerdo, evitar reaccionar de forma destructiva.
El factor estrés es clave en el diálogo. La pandemia cambió la historia del trabajo con procesos de cambio, digitalización y, en muchos casos, el acostumbramiento a nuevas rutinas laborales. El estrés y la ansiedad que esto trajo aparejado no puede dejarse de lado, ya que condicionan nuestras reacciones volviéndonos más combativos o indiferentes.
El desafío en el rol de los líderes es sostener la tolerancia y la empatía en la diaria, de las relaciones con el equipo y su entorno. Si bien se trata de actitudes que deben ser practicadas por todos los integrantes del equipo, los primeros a dar el ejemplo, deben ser los líderes quienes actúan como embajadores del cambio desde una comunicación asertiva. Tener siempre en cuenta, que los conflictos y desafíos son oportunidades para crecer, y primero deben crecer los líderes.